sábado, 17 de abril de 2010

LA GUERRA DE CALDERON, EL FRATRICIDA.

El 1 de diciembre del 2006 Calderón entro al recinto legislativo, obligado a ingresar por la parte trasera para que forzosamente tomara la protesta de rigor। Pero eso no fue suficiente para legitimarse y decidió declarar la guerra incierta e innecesaria. Esto ya lo habíamos previsto que el país se bañaría de sangre se convirtió en realidad.

De esta guerra absurda hasta hoy tenemos como resultado en el país casi 23 mil muertos। Más de 20 asesinatos diarios. Estos resultados son la nula idea de lo que se enfrentaría el gobierno federal. Mientras todo esto sucede se enmarca el estado en la construcción de un nuevo marco legal para tareas del ejército. La presencia militar en el país nos pone a los mexicanos en una situación difícil, en donde los soldados tienen poderes extrajudiciales para allanar, revisar, asesinar y cometer atrocidades en contra de la población indefensa que no tienen nada ver con la delincuencia organizada.

Los abusos y asesinatos que cometen los militares no tienen pretexto; cabe mencionar el acribillamiento a mansalva de los dos niños de una familia que se dirigía a la playa de Matamoros a pasar el martes santo। Inocentes que mueren en fuego cruzado o que los mismos militares matan. Violaciones fragantes a las garantías individuales y un constante acoso a ciudadanos por parte de las fuerzas represivas del Estado burgués.

La guerra en contra de la delincuencia organizada no solo es estúpidamente brutal; también sirve como pretexto para intimidar a la población para que no haya brote de inconformidad social; pero además es una guerra de baja intensidad en contra de los movimientos sociales। La delincuencia organizada en nuestro país tiene un tinte paramilitar de derecha que a largo plazo puede ser utilizada para socavar cualquier brote social de inconformidad o estallido social.

No es que la delincuencia organizada este infiltrada dentro de las instituciones y de las corporaciones de seguridad, más bien la delincuencia organizada es resultado de la corrupción y podredumbre de este sistema político que hoy demuestra su verdadero rostro। El narcotráfico ha sido un gran negocio para los gobernantes del sistema político. Las organizaciones criminales están integradas por ex militares, ex policías y por gavilleros a sueldo y desde luego sus cerebros son los jefes políticos. En cada entidad federativa en menor o mayor escala existe presencia de los capos de la droga, en algunos se relacionan con los gobiernos locales o federal.

Los recursos económicos para esta guerra y el despilfarro de recursos económicos en una democracia como la de este sistema político, refleja el temor de la clase burguesa de perder su hegemonía। El único que sale poniendo y perdiendo es el pueblo.

La torpeza de nuestros políticos y de la burguesía lleva al país al despeñadero y la incertidumbre, la guerra no la perderá el gobierno de Calderón, ya la perdió desde hace mucho। Calderón es un fratricida y tendrá que rendir cuentas al pueblo de su actitud beligerante en contra de los intereses populares. La actitud de Calderon y sus comparsas han logrado un incremento en escala de impuestos desde los alimentos de la canasta básica hasta el impuesto sobre la renta, un incremento en el desempleo, y una guerra contra el narcotráfico costosa y estéril en la que han muerto casi 23 mil mexicanos y se han gastado 7000 mil millones de dólares.

Es necesario impulsar la organización popular para defender los derechos constitucionales que hoy aplastan las fuerzas represivas, es necesario parar esta situacion, no basta solo la renuncia de Calderon, hay que dar un giro de 360 grados por un gobierno revolucionario, democratico y popular.

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